Oráculo: «conócete a ti mismo»

En el año 546 a.C. los Cnidios se preguntaban si debían continuar construyendo un canal a través del Promontorio Dórico, como parte de su defensa, ante la amenaza de una inminente invasión persa. Esa duda motivó la consulta al oráculo.

Si iba a haber guerra o esta se iba a terminar, si se debía construir una ciudad o no en un lugar concreto, si había que enfrentarse o rendirse a un invasor o, a un nivel más mundano si va a ser niño o niña o si será correspondido el amor, todo ello era motivo para consultar un oráculo en la antigüedad.

El oráculo de Delfos era el más preeminente y conocido del mundo clásico, pero había otros oráculos menos famosos. El oráculo de Dídima en el Golfo de Maldalya (actual Güllük Körfezi), al norte de Halicarnaso, era uno de ellos. Otros estaban en Creta, en Pafos y Chipre, en Micenas y Epidauro en Cólquida en el extremo occidental del Mar Negro, en Ammon en Libia, en Atenas e incluso, durante un breve período de tiempo, en la incrédula Roma. También había uno de Fethiye, justo al lado de Göçek, nuestro punto de partida. Muchas otras culturas han generado sus propios oráculos.

La sibila de Delfos, de Miguel Ángel en la Bóveda de la Capilla Sixtina

Un oráculo era la respuesta a una pregunta a cerca del futro de un dios o un un semidiós. Apolo era el dios predilecto para la profecía y el santuario de Delfos, dedicado a él, el oráculo preferido. El oráculo era emitido por una sacerdotisa, la Pitia o Pitonisa, sentada a horcajadas sobre un pozo del que emanaban vapores tóxicos. Otras versiones dicen que se quemaba laurel y que el humo hacía entrar a la sacerdotisa en trance. La respuesta que daba la pitonisa debía ser siempre interpretada: en algunos casos la respuesta era un galimatías ininteligible, pero los intérpretes del templo siempre se las ingeniaban para sacar algo en limpio, usualmente en versos hexámetros, y debe suponerse que el poder real del oráculo residía en esos intérpretes poéticos. Los oráculos eran frecuentemente ambiguos y alguna de las ambigüedades tuvo trágicas consecuencias. Cuando Filipo II, rey de Macedonia, padre de Alejandro Magno, consultó al oráculo délfico antes de enfrentarse a los persas, recibió la siguiente respuesta:

El toro está coronado,

El fin está próximo,

El sacrificador está listo.

Se pensó que esta respuesta significaba el triunfo de Filipo en el Imperio Persa.  El nuevo emperador de los persas acababa de ser coronado y el símbolo de la capital persa era el toro. No cabía duda de que el toro era él. El fin está próximo porque el sacrificador está cerca y ese era Filipo. Pero poco después Filipo fue asesinado en un teatro durante la boda de su hija Cleopatra con Alejandro de Epiro, por uno de sus guardaespaldas personales, Pausanias. Entonces se dieron cuenta de que lo que ellos pensaban sobre el oráculo era totalmente erróneo. Aristóteles supo de la respuesta de la pitia y este fue quien dedujo el verdadero significado del oráculo: Filipo era el toro, como muy bien le decían cuando les hacía los honores a dos mujeres en una noche, y el fin está cerca porque el sacrificador ya estaba listo. Este fue Pausanias, su asesino. Este oráculo lo que quería era avisar sobre el asesinato de Filipo. Fue una premonición que no fue entendida.

La anbigüedad de las respuestas significaba, de hecho, que el oráculo tenía un porcentaje de aciertos excelente ;-). Cuando los griegos preguntaron si ganarían a los persas en la batalla de Salamina, esta fué la críptrica respuesta recibida:

Siembra y cosecha, los caballeros llorosos dirán

Cuantos miles lucharán en Salamina y caerán

Lo que no decía era de que lado caerían los miles de muertos.

El oráculo no podía ser parcial ni aceptar sobornos. Cuando los Cnidios le preguntaron por su canal,el oráculo de Delfos estaba en un periodo pro persa, a pesar de estar bajo control griego.  Posiblemente la sacerdotisa pensó que el santuario estaría bajo control persa en un futuro próximo cuando comparó la posibilidad de victoria de la flota persa frente a la griega. Lo cierto es que se lo tomaron en serio, se rindieron a los persas, no hubo derramamiento de sangre y los invasores fueron generosos con Cnido, que conservó una gran autonomía.

A pesar de la frecuente naturaleza parcial del oráculo, a pesar de los sobornos y las guerras mantenidas para controlar el prestigioso oráculo, siguió siendo el más respetado de todos los lugares sagrados. Delfi mismo era considerado «el ombligo de la tierra», y para todos los que hayan estado en la escarpada montaña en la que se erigía el templo, no es muy difícil de entender por qué. El lugar está en la ladera de una gran hendidura en la montaña del Parnaso que se abre sobre la planicie de Itea y el mar a un buen trecho.

Delfos era mucho más que un mera empresa de adivinación del futuro, era un aglutinante para la civilización griega. Fue un punto de referencia estable en un mundo en continuo cambio amenazado por enemigos que cuestionaban su concepción del mundo. Cada ciudad estado tenía allí su «tesoro» (algo parecido a un pabellón en una exposición moderna y competían por que fuera el más bello y tuviera más riquezas. Allí se celebraban los juegos llamados Juegos Píticos cada ocho años y después cada 4, alternándose con los Juegos Olímpicos. Durante los juegos, en los que competían representantes de las ciudades griegas se declaraba una tregua o paz olímpica, para permitir a los atletas viajar en condiciones de seguridad desde sus países el lugar de la celebración. el propio sentuario era un lugar neutral y los peregrinos que acudían a él debían ser respetados, aunque no siempre se cumplió esta tregua.

Cuando los niños varones griegos libres cumplían doce años ingresaban en la palestra, donde se les enseñaba a desarrollar los músculos y a disciplinar los nervios. A los dieciséis años entraban al gimnasio, donde los griegos realizaban ejercicios físicos y atletismo. Los gimnasios contaban con una pista y lugares de ejercicio al aire libre entre los bosques. A los veinte años los griegos concluían su formación deportiva donde se les entregaban las armas y estaban capacitados para participar en los Juegos Olímpicos.

El valor de los Juegos antiguos fue múltiple: representó una manifestación religiosa de acatamiento a los dioses; contribuyó al desarrollo armónico del cuerpo y del alma; favoreció la amistad de los pueblos y ciudades y buscó la unidad de los Helenos.

Los organizaban y presidían sus magistrados que representaban en ellos al estado. La vida pública quedaba paralizada durante las fiestas ya que se suspendía toda actividad oficial. Durante ellas solamente se resolvían los asuntos de extrema urgencia. Ejercían una gran influencia en las relaciones de los estados, se acudía a ellos desde los sitios más remotos y se establecían treguas de carácter sagrado. Los juegos públicos eran una ocasión de acercamiento entre los Estados Griegos. Constituían el alma de las relaciones interhelénicas, puesto que equivalían a verdaderas asambleas generales del pueblo griego. Progresivamente además de las polis de la Grecia continental, aumentó la participación de las múltiples colonias griegas diseminadas por las costas del Mediterráneo. Olimpia se convirtió en una poderosa fuerza, que aglutinó, con la idea de un panhelenismo creciente, a todos los emigrantes griegos dispersos por el mundo helénico. La participación oficial de las ciudades griegas en las ofrendas y sacrificios y la colaboración de los particulares creaba una sensación de hermandad y surgía el sentimiento de la pertenencia a una estructura socio-política superior al de la polis. Paralelamente el espíritu de competencia, monopolizado tradicionalmente por la nobleza, se extendió al resto de la sociedad, que sin abandonar aun sus raíces religiosas, infundieron en el deporte características más democráticas.

En los muros del templo estaban escritos una serie de preceptos, entre ellos uno que sobrevivió de varias formas a lo largo de la Historia: «Conócete a ti mismo». El Oráculo de Delfos era un referente para que la civilización griega se conociera a si misma.

«Conócete a ti mismo» (que en griego clásico es γνωθι σεαυτόν, transliterado como gnóthi seautón) fue inscripto en el pronaos del templo de Apollo en Delfos, según el periegético Pausanias.  El aforismo ha sido atribuido a varios sabios griegos antiguos: Heráclito, Quilón de Esparta , Tales de Mileto, Sócrates, Pitágoras, Solón de Atenas.  Otras fuentes lo atribuyen a Femonoe, una poetisa griega mítica.

La frase «conócete a ti mismo» puede referirse en extensión, al ideal de comprender la conducta humana, moral y pensamiento, porque en última instancia comprenderse uno mismo es comprender a los demás también y viceversa. Sin embargo, los filósofos griegos pensaban que no se podía comprender el espíritu humano completamente, así que hubiera sido casi inconcebible conocerse completamente. Por tanto, la frase puede referirse a un ideal menos ambicioso, tal como conocer sus propios hábitos, moral, temperamento, habilidad de manejar la ira y otros aspectos de la conducta humana con la cual luchamos diariamente.  En latín, el aforismo se presenta como nosce te ipsum .

Conócete a ti mismo, γνωθι σεαυτόν, gnóthi seautón, nosce te ipsum

En esta curiosa página  (Ask the Oracle) podemos consultar directamente al oráculo. Pero la Pitia ahora habla inglés, lamentablemente. No respondo de la exactitud de sus predicciones, pero al menos es más barato que Rapell y compañía y seguro que no es menos preciso. 😉

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